En una operación sorpresa, las fuerzas de seguridad venezolanas tomaron el control del Centro Penitenciario Aragua, más conocido como Tocorón, desmantelando una prisión que había adquirido notoriedad por ofrecer a sus reclusos lujos inimaginables, incluyendo casinos, restaurantes, un zoológico y una amplia gama de comodidades.
Dentro de las paredes de la prisión, los rumores que circulaban durante años se confirmaron. La incursión policial y militar reveló la existencia de un zoológico improvisado donde los internos mantenían flamencos, un jaguar y otros animales extravagantes.
Los prisioneros disfrutaban de acceso frecuente a teléfonos celulares, Internet, televisión, aire acondicionado y otros beneficios. La prisión incluso albergaba un club nocturno llamado Tokio. Además, se descubrió una sala repleta de máquinas de minería de bitcoins que los presos utilizaban clandestinamente.
Desde 2017, varios informes e investigaciones periodísticas habían revelado imágenes de las extravagantes festividades dentro de la prisión, con DJ invitados, cantantes y bailarines exóticos. Estas fiestas, a menudo temáticas, variaba desde fiestas de disfraces hasta eventos con iluminación de neón, y contaban con la asistencia regular de familiares y parejas de los reclusos.
Además de las festividades, se descubrió la existencia de un restaurante operado por cocineros y meseros, piscinas, canchas deportivas, incluyendo una de softbol.
Por increíble que parezca, en la referida cárcel operaba un centro de apuestas para carreras de caballos, equipado con televisión vía satélite para seguir el desarrollo de las carreras. ¡Nada mal para unos privados de libertad encerrados en una prisión!
A pesar del asedio liderado por el gobierno, no se informaron muertes o lesiones entre los reclusos. Los vídeos del lugar muestran incendios en chozas privadas donde vivían algunos prisioneros después de varias horas de detonaciones. También se pudo apreciar imágenes de la movilización de tanques y vehículos blindados procedentes desde Caracas.
Este incidente recuerda a situaciones similares en otros países latinoamericanos, como Colombia, donde la prisión La Picota se hizo famosa por sus fiestas donde abundaba el alcohol y la presencia de casinos ilegales, antes de que las autoridades intervinieran y la desmantelaran.
Algunos de los presos fugados durante el operativo ya han sido recapturados, mientras que las autoridades intensifican los esfuerzos para localizar al resto, en especial a uno de los reclusos más peligrosos de Venezuela, conocido como “El niño Guerrero”.
Este individuo, que lideraba operaciones criminales desde Tocorón, ya había escapado de la prisión en el pasado y es considerado uno de los criminales más peligrosos del país.
Guerrero no es el fundador de la organización criminal que operaba desde la prisión, pero asumió el liderazgo después de la muerte de José Álvarez Rojas, alias «el Chino Pradera», fundador de la banda en 2013. La red de Guerrero tiene operaciones en varios países de América Latina, lo que complica su recaptura.
La operación en Tocorón es un ejemplo de las difíciles condiciones y los desafíos que enfrentan las autoridades en la lucha contra el crimen organizado en la región.
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